EL ÉXITO ACTUAL DE JUSEPE RIBERA

A propósito del Filósofo geómetra


Por Jesús Manuel Moreno Montero


                                                    Filósofo geómetra

Hoy 23 de octubre de 2022 he visitado el Museo de Bellas Artes San Pio V de Valencia, con la intención de visualizar directamente, otra vez, el San Sebastián de Ribera. El personal de la entrada no sabía en dónde estaba expuesto. Después de ir de arriba a abajo por las dos plantas del museo no he conseguido encontrarlo. Por el camino he preguntado al personal de vigilancia, gente entre los 30 y 40 años y al preguntarles por Ribera me preguntaban a la vez que de qué siglo era. Total, que después de dar dos vueltas a las dos plantas donde me dijeron que podría estar (¿habrá una tercera?) no di con él. Claro que había tanta gente como nunca he visto junta en este museo. Pero me llamó más la atención que no encontrar el Ribera, el desconocimiento de estos jóvenes que, habiendo pasado por la escuela española hasta los 16 años, no hayan conseguido un conocimiento mínimo de nuestros mejores pintores. Al final de mi recorrido, que aproveché para ver las nuevas adquisiciones del museo, y al informar al personal de la entrada que no lo encontré, uno muy amable le sonó haberlo visto y me guio hasta un Ribalta, a lo que dijo: ¡Ah, es Ribalta, no Ribera!

Esta anécdota la comento porque los especialistas en Arte, a veces, vivimos en la inopia de la realidad del país en donde estamos. !Qué revalorización de Ribera! !Qué nuevo interés! Por los especialistas.

 

El diario valenciano Las Provincias informó el pasado 17 de junio que en París se había subastado un cuadro de Jusepe Ribera, El Españoleto por 1,8 millones de euros. Se trata de Un filósofo: el feliz geómetra. Según el diario se ha considerado “la obra más importante de la juventud del artista”.

Y es que, desde que se inaugurara en el Museo del Prado la exposición sobre “El joven Ribera” en 2011, la obra del Españoleto ha subido considerablemente de precio, además de ir apareciendo otras pinturas consideradas de este periodo del artista setabense.

                                                          

El cuadro y una copia estaban en Bretaña desde mediados del siglo XIX.

Pero la rapidez con que se ha “autentificado” la autoría de Ribera del “original” no hace más que sospechar de su autenticidad.

Se menciona que el modelo lo retrató Ribera en otros cuadros de este periodo, pero si observamos cómo retrataba en esta época a filósofos y pensadores, nos chocará esta elección para representar a Pitágoras o algún otro filósofo que se ocupara de la geometría. Veamos:

Este cuadro se supone contemporáneo del titulado Profeta del Museo Cívica de Catania, pero que podría tratarse también de un filósofo. El filósofo y padre de la Iglesia Orígenes es retratado también, en esta época por Ribera en el cuadro conservado en la Galería Nacional de Urbino. Demócrito es también representado por Ribera en este mismo periodo de su estancia en Roma. Se cree que Ribera pintó su Dremócrito entre 1616 y 1617.

    

   

                                        El profeta                                                                     Orígenes

En las tres pinturas los personajes están representados con suma dignidad y ropajes acordes a su dignidad.

                                                                   Demócrito


Es verdad que Ribera utilizó al mismo modelo para representar al digno San Bartolomé de la Fundación Longhi de Florencia. Aparece también como doctor de la Ley en Jesús entre los doctores. Y es uno de los asquerosos ancianos que intentan sobornar a la casta Susana en Susana y los viejos.

En el caso que nos ocupa, su autor, además de elegir a tal modelo, lo ha vestido de harapos y le ha colocado un ridículo sombrero con unas plumas blancas y una flor, lo que nos hace creer que se trate de una parodia o mofa, pero no del personaje, sino del pintor, pues a mi parecer, aunque la elección de personas cercanas a la exclusión social para representar a sus personajes estaba motivado por la misma elección que hizo Caravaggio, por ejemplo en La incredulidad de Santo Tomás, tanto Caravaggio como Ribera dignificaban a estos seres extraídos  de la calle.

Una vez conocido por tres representaciones a un determinado modelo es fácil retratarlo asumiendo otro papel. Este cuadro, ahora en Suecia, podría ser un pastiche contemporáneo o de medio siglo después. No es en absoluto una falsificación, pues, en tal caso, el falsificador se hubiera afanado en acomodarse a las características con que Ribera representaba a los filósofos.

En Roma, cuando llegó el joven Ribera trabajaban al menos una decena de buenos pintores que seguían las huellas dejadas por Caravaggio. Todos ellos pintaban de maravilla, basándose en la observación del natural. Tal vez, el éxito, al menos crítico, de Ribera en Roma debió despertó muchos celos, tanto por los pintores italianos como por los franceses y de los Países Bajos españoles; estos últimos eran más refinados y, por lo general, sus pinturas representaban un ambiente más amable, como el francés Nicolas Tournier. Nada me extrañaría que esta pintura del filósofo geómetra fuese una mofa realizada por algún caravaggiesco no mencionado aquí, sobre las elecciones de Ribera.

Este filósofo, no sólo queda ridiculizado sino que está cerca de la caricartura y, en absoluto, de ser autógrafo de Ribera, sería su mejor obra juvenil. Todas las obras expuestas en El prado en la mencionada exposición son mejores que esta pintura.

No me atrevo a certificar su autoría por ningún pintor concreto, más porque no lo he podido ver en persona, pero no me extrañaría que estuviera detrás la mano de Luca Giordano o algún pintor de su bottega, pues el lenguaje utilizado está exquisitamente asumido, sobre todo en la técnica, y los detalles quedan poco integrados en el conjunto de la obra.

Cerca tenemos ya su restauración y exposición en su nuevo domicilio. Espero que entonces se pueda hacer un juicio más definitivo.


 



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