NAVARRETE EL MUDO en MEDINA DE POMAR








NAVARRETE EL MUDO EN MEDINA DE POMAR
Jesús Manuel Moreno Montero


Navarrete el Mudo (1526-1579) fue un pintor muy estimado por Felipe II, quien se lo llevó al Escorial para ayudar a decorarlo. La primera obra conocida de Navarrete fue El bautismo de Cristo, que está en El Prado y que sirvió como carta de presentación ante el rey.
Estuvo muy influenciado por Tiziano, pues fue el pintor preferido de Carlos I (emperador Carlos V) y de su hijo Felipe II, guardándose en las colecciones reales gran cantidad de pinturas del maestro veneciano en todas sus etapas. No obstante esta benéfica influencia, Navarrete fue capaz de desarrollar una obra original llena de delicadeza, sin parangón entre los pintores españoles del siglo XVI, en general, menos avanzados estilísticamente. Felipe II lamentó públicamente su muerte.
Casi toda su obra conocida se conserva en El monasterio de san Lorenzo del Escorial.


Sagrada familia con Santa Ana
Medidas desconocidas
Óleo/tabla
Convento de Sta. Clara
Medina de Pomar (Burgos)


            La pintura deriva compositivamente del esquema piramidal renacentista. Cromáticamente sugiere una lejana influencia de Leonardo.
            Estilísticamente la podemos situar hacia mediados del siglo XVI.
            De rasgos fisiológicos son españoles, las figuras denotan una elegancia inusitada en la pintura española de la época.
            Algo más evolucionado que el estilo de Yánez de la Almédina y Paolo de Santo Leocadio, esta pintura está en un convento de Medina de Pomar, cerca de La Rioja (téngase en cuenta que en el siglo XVI La Rioja estaba, administrativamente, incluida en la provincia de Burgos, de donde era Navarrete)

            El patrón iconográfico responde a los caracteres que, basados en los Evangelios Apócrifos, describe a José como un anciano comprometido con María sin cohabitar; a María como la bella y joven doncella, hija de una santa mujer, Ana, la abuela de Jesús, el cual se inclina cariñosamente hacia ella, sostenido de pie por su madre.
            La escena transcurre en el campo. Por el cayado de José, todo parece indicar un descanso en el transcurso de un viaje.
El tratamiento pictórico, en general, es bastante diluido.
El follaje está entendido de una manera muy similar a como lo trataba El Mudo.
Podemos apreciar una forma redondeada y blanda para el remate de las hojas, tal y como hizo Navarrete en Abraham y los tres ángeles y en San Bartolomé y Sto. Tomás.












La actitud general del grupo nos recuerda a la Sagrada familia. Sobre todo por el grupo piramidal de San Joaquín, Sta. Ana, María y Jesús. Especialmente en lo que hace referencia a San Joaquín, aquí trocado en San José, por los rasgos físicos. Si bien el San José de Medina de Pomar nos parece un retrato del mismo modelo que se utilizara para retratar a Sto. Tomás (San Bartolomé y Sto. Tomás. El Escorial) y cierta concomitancia con San Andrés (Santiago y San Andrés. El Escorial)



Se puede objetar, no sin razón, que dada la influencia que ejerció Navarrete en su tiempo, estas similitudes no son extrañas en otros autores.
Lo que parece más esclarecedor acerca de la autoría de la obra es la actitud de María al coger el pie del niño entre los dedos de su mano, de forma muy similar a como lo hace en la Sagrada familia de El  Escorial. Mientras con la otra mano sujeta al niño por el muslo, poniendo un paño entre su mano y el cuerpo del bebé, también en ambas obras.



El tipo físico de Sta. Ana es prácticamente idéntico para ambas obras, e igual ocurre con el niño.
La obra es de una delicadeza y elegancia en el dibujo verdaderamente excepcional en el contexto español de la época. El estilo perteneciente al último Renacimiento ha hecho que la obra haya sido atribuida a la escuela italiana.
El cromatismo empleado en esta pintura es muy similar al empleado en la Sagrada familia de El Escorial. Podríamos situar la obra en el contexto de su vuelta de Italia, hacia 1565. En todo caso anterior a 1575, año de la Sagrada familia de El Escorial.
El hallazgo, si se confirma, es de excepcional valor, dado el escaso número de obras documentas que se conservan de Navarrete, un pintor de primera línea, puente entre el Renacimiento y el Barroco en España, cuya influencia entre sus coetáneos y artistas posteriores está bien documentada.
Granada, 1995


Hasta hoy, que reviso estas anotaciones (julio 2007) sólo conozco esta obra por la ilustración de un pequeño calendario editado por las hermanas clarisas, propietarias de ella. Si no he intentado publicar estas observaciones, se debe a no haber tenido ocasión de ir a ver la obra personalmente.




Nota: Las ilustraciones de las obras de Navarrete están tomadas  del catálogo de la exposición Navarrete “el Mudo” pintor de Felipe II. Logroño, 1995.

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