IGNACIO PINAZO Y LA PINTURA EUROPEA DE SU TIEMPO
Por Jesús Manuel Moreno Montero
Ignacio Pinazo Camarlench (Valencia, 1849-1916) fue un
pintor muy innovador desde su juventud. Perteneciente a la segunda generación
de pintores impresionistas paneuropeos; no fue una excepción, si bien anduvo a
la vanguardia de los pintores de esa tendencia que pretendieron reflejar la
inmediatez del momento, la fugacidad y la luz. Aunque no fue un gran
intelectual, fue un hombre reflexivo que anotaba sus pensamientos en forma de
frases cortas, a la manera de aforismos; también conocía los escritos
filosóficos de Bergson (1859-1941) sobre estética. Como la mayoría de sus
camaradas coetáneos participó de cierto eclecticismo pictórico, propio de todos
los momentos de grandes cambios en la pintura.
Resulta curioso que las artes europeas hayan corrido a la
par en todo el continente, dándose parangones entre artistas que no se conocían
en absoluto. El legado común de los europeos, frente a las diferencias
idiomáticas y continuos enfrentamientos armados, ha hecho posible una hermandad
de ideas en todasu geografía, desde los montes Urales hasta el cabo de
Finisterre, en donde las tendencias iban y venían, más o menos lentamente, a veces con una rapidez asombrosa, de
manera que todos participaban de las innovaciones de los demás. Más en el siglo
XIX cuando las distancias parecían acortarse gracias al ferrocarril, y los
pintores ingleses viajaban a Italia y España buscando exotismos, mientras que
las academias y los gobiernos becaban a artistas españoles para que viajaran a
Roma y, otros, iban por su cuenta a París. Las primeras tendencias italianas
viajaban con Degas (1834-1917) a París, mientras que Léon Bonnat (1833-1922)
con su amor a la pintura española, las transmitía a las decenas de alumnos que
habrían de renovar la pintura moderna; en su academia estuvieron, entre muchos
otros Toulouse-Lautrec, Caillebote, Beraud, Anquetin, Kroyer o Eakins que
dieron paso a la pintura posimpresionista, para cuyas invenciones animaba a
investigar el viejo Bonnat.
Unos artistas cosechaban más éxitos que otros, pero en el
siglo XXI, con el Internet en nuestro ordenador, podemos descubrir a artistas
de cualquier rincón, que no han sido conocidos por el resto. Incluso aquellos
que hoy están olvidados por la historiografía.
Cuando en los albores del impresionismo y cuando los
macchiaioli italianos llevaban décadas de andadura, otros pintores iniciaban su
singladura en sus diferentes países. Fue el caso de Pinazo, quien en 1871 ya
expuso en la Exposición Nacional de Bellas Arte en Madrid, 1873 viajó a Roma
por su cuenta y en 1876 fue pensionado por la Diputación de Valencia para
viajar a Roma para acabar su formación.
De los macchiaioli sacó buen provecho, sobre todo en las
técnicas de la inmediatez pictórica y la toma del natural, así como la pintura
al aire libre que ellos ejercían en tablitas pequeñas de madera, las más de las
veces sin imprimar.
El belga Isidore Verheyden (1846-1905), participante del
grupo de los XX, en Bruselas, iniciaba tempranamente una pintura al aire libre
que le llevó a soluciones muy cercanas a los impresionistas franceses. (En este mismo blog se pùede leer un artículo sobre Verheyden versus Pinazo).
Pinazo Verheyden
Cuando Fortuny (1838-1874) y Rosales (1836-1873) eran los
abanderados de la pintura antiacadémica decimonónica en España, en Bruselas
presentaba su obra el valón Luis Artan (1837-1890) también como un verdadero
adelantado y precursor.
Louis Artan de Sant Martin
Pinazo
Manuel Domínguez Sánchez (1840-1906) muy inspirado en su
juventud por Rosales, mientras emprendía los frescos de San Francisco el Grande
en Madrid realizó pinturas muy similares a las de Pinazo. No sé qué relación
hubo entre ellos, pero siendo españoles y ambos pensionados en Roma, sería
extraño que no se conocieran.
Domínguez Pinazo
Hoy, prácticamente, no se publican nuevas enciclopedias de
arte, pero en la segunda mitad del siglo XX fueron muy frecuentes. Ellas
marcaron la tendencia para considerar o no a un artista. Algunos de los
pintores más célebres de la época de Ignacio Pinazo, fueron enteramente
olvidados por estas enciclopedias. Es el llamativo caso del celebérrimo pintor
francés Luigi Loir (1845-1916), quien hoy en día sólo conocen los muy
especialistas en el arte francés del periodo.
En cambio, no sólo tuvo éxito, sino que fue, tal vez, el
pintor más adelantado de su generación, lo que desdice eso de que los
impresionistas rompieran tantos esquemas. Los historiadores han preferido la
simplificación a la verdadera investigación de los hechos, ensalzando a quienes
expusieron en el estudio del fotógrafo Nadal en detrimento de los demás.
También en París, por entonces, triunfaban los macchiaioli De Nittis (1846-1884)
y Boldini (1842-1931), muy avanzados desde el punto de vista técnico y
conceptual.
Loir
Pinazo
Boldini Pinazo
Froukje
Wartena (1849-1925) en una excursión a un
pueblecito de la lejana Frisia pintó un paisaje que hubiera firmado Pinazo de
haber sido los alrededores de Godella. Dejó el blanco encalado de la iglesia
del blanco de la imprimación del lienzo, un recurso muy frecuentado por el
valenciano, nacido el mismo año que Froukje.
Pinazo
En Nápoles, además de pintar
souvenirs, había pintores locales muy valientes, como Antonio Coppola
(1850-1902) quien antes de fin de siglo realizaba una pintura muy a la
vanguardia del momento. Rafaelle Ragione (1851-1925) que pintaba, como Pionazo los
patios y corrales de su
Copolla
Pinazo
Ragione
como ya hacía el cabeza de los macchiaioli Fattori
(1825-1908), encontró en los parques de París la forma de dibujar automática de
la que hacía gala en esos años de principios de siglo Ignacio Pinazo.
Podemos poner al menos dos decenas
de casos más. No quiero dejar en el tintero, no obstante, el valiente proceder
con la espátula del suizo Georg Fischhof (1859? -1914),
Frichhof
Pero, para finalizar este rápido
muestreo de las semejanzas de Pinazo con otros pintores europeos de su tiempo
voy a poner algunos casos de los más conocidos. Citaré sólo a tres.
Emperé con Renoir
(1841-1919). Cuando vi la exposición monográfica de Pinazo en Madrid (1), lo
que más me llamó la atención fue precisamente la similitud de un buen grupo de
sus pinturas con las de Renoir, aunque, bien es cierto que Pinazo le gana en
espontaneidad, pues, como es sabido, Renoir pintaba, la mayor parte de las
veces con la técnica de Rubens, por lo que, decir que era impresionista, es
mucho decir, pues sus obras, al igual que las de Boldini, fueron pintadas con
la técnica de la veladura que, requiere mucho tiempo para ejecutarlas, debido a
que entre veladura y veladura hay que dejar secar las capas anteriores.
Pinazo
Renoir
El segundo, es Éduard Manet (1832-1883), quien se encargó de difundir la manera española, o sea la forma de entender la pintura de Velázquez, fundamentalmente, junto al ya mencionado Léon Bonnat. Manet, como Pinazo es un adelantado al impresionismo, con el que coqueteó siempre, y al que aportó no pocas soluciones, a partir de lo que él había visto en el Museo del Prado. Pero Manet sacaba muchas lecciones de la pintura de los siglos XVI y XVII, tanto en la técnica como en la composición, algo que también le servía a Pinazo, quien, pese a la inmediatez de muchas de sus pinturas, se pensaba bastante sus grandes composiciones, como hacía el francés. Manet gustaba de realizar retratos femeninos con exuberante vegetación, un gusto que era común a todo el arte modernista del momento, pero que, en el caso de Pinazo, tanto por la pincelada suelta, como por la forma casi fotográfica de sus composiciones, tiene una gran similitud con los retratos de Manet. Pinazo realizó una serie de las Cuatro Estaciones, todos retratos de envergadura. Manet realizó algunos retratos identificándolos con las estaciones, como el de Méry Laurent (El Otoño) o el de Jeanne Demarsy (La Primavera) ambos de 1881. Las pinturas de Manet no se vieron en España en la década de 1880, pero las pinturas de Pinazo son de 1885.
Para acabar mencionaré a Paul Cézanne (1839-1906). Llegar a las conclusiones de Cézanne era muy difícil para un pintor de su tiempo, pues, recordemos que, algún crítico lo llamó pintamonas, y aún hoy, hay quienes eso creen. Pero eso es otra cuestión. El caso es que, sin las conclusiones pictóricas de Cézanne, la pintura no hubiera evolucionado como lo hizo a partir de la fecha de su muerte con la consideración que recibió de los mismos pintores. Pinazo llegó muy pronto a esas mismas conclusiones (recordemos que Cézanne no llega al facetado precubista hasta prácticamente 1880 gracias a las experiencias que había traído de África Albert Lebourg (1849-1928)) quien no las continuó.
Fue estando Pinazo
en Roma realizando academias de desnudo del natural, algo precioso para él,
pues en España era casi imposible encontrar modelos para desnudo del natural,
por motivos de pudor mal entendido, además de la falta de la necesaria profesionalización;
incluso en Roma, había que acudir a las academias para optar a estos posados.
Pinazo, 1876. Este desnudo siempre se ha interpretado como no acabado, cosa habitual en la crítica local hacia la pintura de este artista.
Otros pintores más jóvenes que los
mencionados hasta ahora llegaron a la vez a estas conclusiones, debía estar en
el ambiente, pero era de mucho mérito ver pintar a un anciano como era entonces
Pinazo de forma similar a como pintaba un joven nórdico llamado Edvard Munch
(1863-1944).
Pinazo Munch
De cualquier forma, en la pintura de Pinazo encontramos novedades tales como el automatismo, al que habría que esperar muchos años para volverlo a ver en un lienzo, o síntesis tan rotundas como sus pinturas de gente sentada en un portalón de pueblo valenciano.
Todas estas novedades le dieron la
mano al célebre Joaquín Sorolla (1863-1923). Tanto Pinazo como Sorolla fueron
interpretados en clave localista, cuando ambos fueron los pintores más
universales de la pintura española del momento.
Comentarios
Publicar un comentario